Opciones

Muchas veces nos vemos superados por alguna situación, y es porque nuestra experiencia previa, de vida, no nos ha enseñado como lidiar con esas cosas.

Es ahí, en ese momento, cuando caemos víctimas de la desesperación, de la frustración por no ser capaces de ver la solución. Y no es que no seamos capaces, es que simplemente, estamos tan adentro, o tan afuera, que perdemos el norte.

Le damos una y mil vueltas a las cosas, queriendo encontrar, una salida. ¿Salida?, ¿Qué es eso?... Una salida, no es más que la antesala del enfrentamiento con el problema en cuestión. Ya que si bien, la salida, es lo que falta para “ordenar el naipe”, este no se arreglara solo, debemos entonces, buscar el lugar donde esa pieza encaje y permita el consiguiente desenlace favorable.

Ahora, ¿Qué pasa cuando tenemos la salida pero no la vemos?

Es ahí, cuando terceras personas entran en juego, ellas con su mirada objetiva, fría y en cierta forma calculadora, son capaces de desplegar ese abanico de “opciones disponibles”, que no habíamos contabilizado o inventariado, como posibles soluciones.

Para eso, debemos estar dispuestos al diálogo, a la comunicación, o algo tan simple y complejo a la vez, que es el aceptar nuestros errores. Es poco lo que podremos sacar en limpio si no somos capaces de aceptar que estamos equivocados, que nuestro “proceder” no siempre es perfecto o adecuado en relación al problema y sus implicados.

¿Cuál es la idea de aceptar nuestros errores?

La idea es simple y es una. Y no es más que asumir, que si no somos capaces de lidiar con nuestro “universo interno”, partiendo desde lo esencial, no tendremos la capacidad de batallar con un problema, que si bien nos afecta, no es nuestro.

De la mano de lo anterior, debemos estar conscientes que compartimos el mundo con otros seres, por ende, debemos batallar constantemente con situaciones ajenas a nosotros, y que de no ser “tratadas” a tiempo, detonará en un problema mayor.

Dentro de las capacidades que tenemos como seres racionales, es el “poder” de la comunicación. Teniendo en cuenta, ese “poder”, debemos ser capaces, de ganarle la batalla a cualquier problema que se presente, rompiendo la armonía de nuestras vidas.
En el mundo del Tarot, y ya tratando de ir al grano, las cartas juegan el papel de una “tercera persona”, entregándonos un mensaje y abriendo ese “abanico de posibles soluciones”, todas y cada una de ellas, naciendo desde nosotros mismos. Eso es, queridos lectores, es la función del Tarot terapéutico, ya que las cartas no se remiten solo a predicciones. Con esas opciones en mano, el desenlace, ha de ser distinto, podemos discernir y tratar de generar cambios cuyos efectos positivos, repercutan tanto en nuestra vida, como en la vida de quienes nos rodean, y así, generamos experiencias que antes no estaban, que se suman a nuestro registro de conocimientos.