jueves, 16 de junio de 2011

Emprende viaje, el camino espera por ti




De vez en cuando, es necesario tomarse un tiempo, dedicado en un ciento por ciento, a uno mismo.

Cuando sentimos que el mundo se nos viene encima, cuando estamos ahogados, envueltos en miles de cosas, de las que quisiéramos no ser partícipes, lo primero, es decidir: “Necesito un tiempo a solas conmigo”.
No estoy diciendo con esto, que debamos paralizar toda actividad vinculada a nuestra vida diaria, que debamos dejar de lado nuestro trabajo, nuestra vida familiar, social y afectiva. Me refiero, a que es necesario dejar de dedicarle tanto tiempo a lo que genera la sensación de agobio, saber poner límites a nuestras actividades.
Mucha gente se autodefine como “trabajólicos”, lo que conlleva a una dejación de manera inconsciente, del cuidado de uno mismo. Algunos ven en el trabajo una forma de escape, una salida “fácil” a lo que los atormenta a diario.
La solución a esos “tormentos” no radica en nada más que en encarar lo que nos molesta. Si decidimos pararnos frente al espejo, ver de forma objetiva lo que no está bien en nosotros mismo, podremos de esta forma encontrar la verdadera salida a lo que creemos es un problema.

¿Cuándo es necesario tomarnos ese tiempo?

Creo que no existe una respuesta que sea capaz de calzar en las necesidades de cada uno en su totalidad. Pero si, existen algunas aproximaciones, desde un punto de vista externo a tu realidad.
Un buen momento sería, cuando nos sentimos cansados de la envolvente rutina que a diario “rehacemos”, “revivimos”. Y una forma simple de partir por cambiar eso, es hacernos el tiempo de lograr variar la rutina de ese día. Si trabajas de sol a sol, aprovecha tu hora de colación para almorzar, por ejemplo, en un área verde, con tus amigos y volver a ver que la vida sigue funcionando, mientras tu estas encerrado en una oficina.
Si trabajas en tu casa, modifica tu espacio de trabajo de forma periódica, cambia la disposición de los muebles una vez al mes.
De esta forma, matamos dos pájaros de un tiro, cambias tu entorno y cambias una parte de tu rutina, la misma rutina que te conduce al cansancio y de paso, de manera inconsciente, te das un tiempo para generar otros efectos en tu interior.
No podemos esperar, que con un cambio que hagamos, sea este una cosa física o emocional, todo lo que nos “acompleje” estará resuelto. Todo lo que hacemos, todo lo que queramos lograr, requiere tiempo. Todas las metas que tenemos por alcanzar, requieren tiempo.

¿Cuánto tiempo?

Eso dependerá de cada uno, de las necesidades que tenga cada uno, de lo que quiere lograr y de cuánto tiempo dispone para poder lograrlo.
Cada meta por lograr, cada cosa por obtener, implica un viaje, cuya duración, medio de transporte, tiempo y resultados, varía totalmente en una persona y la otra.

Lo importante, en este viaje, es el tener nuestro objetivo claro, independiente de si vemos bien el camino o no, de si esta pareja la berma o no y finalmente, si la luz que necesitamos para iluminar nuestro pasar, sea la adecuada o no.
A veces, nos tenemos que adaptar con lo que tenemos y como bien dice el dicho popular:
“En el camino, se acomoda la carga”.

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