lunes, 28 de abril de 2014

Cuando lo que amamos, deja de hacernos felices.

  
A lo largo de nuestra vida siempre buscamos aquello que nos hace feliz, muchas veces, aferrándonos a ideales imposibles, a sueños de obtener lo que para nuestros ojos, sería algo perfecto.

Desde niños nos vemos “forzados” a seguir patrones de conductas, que a ojos de los demás, son propios de una persona “normal”.

¿Qué es lo normal?

Lo normal es algo que va acorde a las normas “propias de una sociedad”, principios de ética, de moral y de buenas costumbres, la mayoría de ellas, y siempre bajo mi punto de vista, subjetivas, (independiente del tipo de sociedad que ésta sea.).

¿Por qué planteo esa pregunta referente a la normal?

Porque siempre se nos obliga a funcionar en base a eso, omitiendo lo que realmente queremos, neutralizando nuestros impulsos, que por defecto, nos conducen a la felicidad. Somos seres que en cierta forma estamos acá buscando eso.
Algunas personas se pasan la vida entera buscándolo, mientras que otros, casi desde el momento de nacer, comienzan a desarrollar lo que para ellos, siempre de la mano de sus impulsos y su “reglamento interno”, es lo que necesitan para ser felices y que muchas veces escapa a ese estúpido concepto de “normalidad” impuesto o definido por una sociedad, muchas veces retrógrada y conversadora.

Si yo te pregunto:

¿Qué te hace feliz?, ¿podrías realmente definirlo?

Lo mas probable es que no del todo, y eso no es tu culpa, simplemente es tanta la información que tienes en tu consciente y en tu subconsciente, que no sabes distinguir realmente lo que llena tu espíritu, tu esencia… Tu Alma.

(Para algunos la felicidad es un estado…
Para otros una condición.)

Para mi la felicidad es una mezcla, entre lo que te permite vivir, disfrutar y al mismo tiempo desconectar tu mente de la realidad externa. (Y entiéndase bien, no estoy hablando de evadir la realidad ni los problemas, estoy hablando de alcanzar en ese estado, en algo que podría ser, por ejemplo, tu trabajo, o los pasatiempos de fin de semana, algo que realmente ames y te permita obtener dividendos, tanto materiales como emocionales de aquello.)

Encontrar eso que nos hace feliz, no es tan difícil, mantenerlo por otro lado, si lo es.

La felicidad, no es algo del todo gratuito. Requiere de múltiples esfuerzos y sacrificios que también nos hacen dudar de si realmente aquello por lo que “batallamos”, realmente valdrá la pena.

En esta búsqueda constante por alcanzar diversos estados y/o posiciones para enfrentarnos a la vida, lo más complicado no es “definirnos”, es aprender a hacer del ojo crítico del resto, algo que simplemente respetemos, pero que no interfiera en nuestros planes y proyecciones.



¿Qué pasa cuando hemos logrado identificar lo que nos hace felices?


Simple:

Disfrutarlo.

¿Qué pasa cuando perdemos el amor por lo que nos hace felices?


Es momento entonces de replantearnos.

Todo lo que experimentamos, todo lo que vivimos, necesitó en algún momento de un evento previo que nos impulsara a hacerlo.
Cuando perdemos el amor por lo que nos hace felices, es una señal de que debemos hacer una pausa, tratar de ver las cosas de nuestra propia vida, como si fuéramos extraños. Haciendo de la critica, siempre constructiva, una herramienta constante en nuestro nuevo “despertar”.
Nuestra mente, nuestro corazón, nuestra vida y el camino por el cual optamos caminar, siempre está propenso a sufrir mutaciones, lo “absoluto” no existe, y parte del perder el amor por lo que nos hace feliz, es considerar todo como algo absoluto, olvidando algo esencial, “a diario estamos cambiando”, nuestro cuerpo también cambia, ¿por qué entonces lo demás debe permanecer estático?

>La Torre, arcano XVI, nos muestra ese movimiento, esa caída, ese “Terremoto”, forzado en cierta forma, pero movimiento al fin y al cabo que necesitamos para despertar, y así volver a construir aquello que tanto bien nos hace<

Tal vez, eso que nos hacía realmente felices, tenía un costo demasiado grande que nunca supimos prever, tal vez siempre “nos procupamos”, y nunca nos “ocuparnos”, de balancear los aspectos secundarios de lo que “la felicidad” implica, (como dice en el libro “El Principito”)

Perder el amor por lo que nos hace felices, no siempre es algo tan malo. A veces es justamente lo que necesitamos para volver a valorarlo.
La sabiduría popular nos dice eso mismo: “solo valoramos las cosas una vez que las perdemos”. 

(La pérdida del amor hacia lo que considerábamos esencial, es el primer paso para darnos cuenta de que sigue siendo necesario, solo que lo olvidamos.)





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