A lo largo
de nuestra vida siempre buscamos aquello que nos hace feliz, muchas veces,
aferrándonos a ideales imposibles, a sueños de obtener lo que para nuestros
ojos, sería algo perfecto.
Desde niños
nos vemos “forzados” a seguir patrones de conductas, que a ojos de los demás,
son propios de una persona “normal”.
¿Qué es lo
normal?
Lo normal
es algo que va acorde a las normas “propias de una sociedad”, principios de ética,
de moral y de buenas costumbres, la mayoría de ellas, y siempre bajo mi punto
de vista, subjetivas, (independiente del tipo de sociedad que ésta sea.).
¿Por qué
planteo esa pregunta referente a la normal?
Porque
siempre se nos obliga a funcionar en base a eso, omitiendo lo que realmente
queremos, neutralizando nuestros impulsos, que por defecto, nos conducen a la
felicidad. Somos seres que en cierta forma estamos acá buscando eso.
Algunas
personas se pasan la vida entera buscándolo, mientras que otros, casi desde el
momento de nacer, comienzan a desarrollar lo que para ellos, siempre de la mano
de sus impulsos y su “reglamento interno”, es lo que necesitan para ser felices
y que muchas veces escapa a ese estúpido concepto de “normalidad” impuesto o
definido por una sociedad, muchas veces retrógrada y conversadora.
Si yo te
pregunto:
¿Qué te
hace feliz?, ¿podrías realmente definirlo?
Lo mas
probable es que no del todo, y eso no es tu culpa, simplemente es tanta la
información que tienes en tu consciente y en tu subconsciente, que no sabes
distinguir realmente lo que llena tu espíritu, tu esencia… Tu Alma.
(Para
algunos la felicidad es un estado…
Para otros
una condición.)
Para mi la
felicidad es una mezcla, entre lo que te permite vivir, disfrutar y al mismo
tiempo desconectar tu mente de la realidad externa. (Y entiéndase bien, no
estoy hablando de evadir la realidad ni los problemas, estoy hablando de
alcanzar en ese estado, en algo que podría ser, por ejemplo, tu trabajo, o los
pasatiempos de fin de semana, algo que realmente ames y te permita obtener
dividendos, tanto materiales como emocionales de aquello.)
Encontrar
eso que nos hace feliz, no es tan difícil, mantenerlo por otro lado, si lo es.
La
felicidad, no es algo del todo gratuito. Requiere de múltiples esfuerzos y sacrificios que
también nos hacen dudar de si realmente aquello por lo que “batallamos”,
realmente valdrá la pena.
En esta
búsqueda constante por alcanzar diversos estados y/o posiciones para
enfrentarnos a la vida, lo más complicado no es “definirnos”, es aprender a
hacer del ojo crítico del resto, algo que simplemente respetemos, pero que no
interfiera en nuestros planes y proyecciones.
¿Qué pasa
cuando hemos logrado identificar lo que nos hace felices?
Simple:
Disfrutarlo.
¿Qué pasa
cuando perdemos el amor por lo que nos hace felices?
Es momento entonces
de replantearnos.
Todo lo que
experimentamos, todo lo que vivimos, necesitó en algún momento de un evento
previo que nos impulsara a hacerlo.
Cuando
perdemos el amor por lo que nos hace felices, es una señal de que debemos hacer
una pausa, tratar de ver las cosas de nuestra propia vida, como si fuéramos
extraños. Haciendo de la critica, siempre constructiva, una herramienta
constante en nuestro nuevo “despertar”.
Nuestra
mente, nuestro corazón, nuestra vida y el camino por el cual optamos caminar,
siempre está propenso a sufrir mutaciones, lo “absoluto” no existe, y parte del
perder el amor por lo que nos hace feliz, es considerar todo como algo
absoluto, olvidando algo esencial, “a diario estamos cambiando”, nuestro cuerpo
también cambia, ¿por qué entonces lo demás debe permanecer estático?
>La Torre , arcano XVI, nos
muestra ese movimiento, esa caída, ese “Terremoto”, forzado en cierta forma, pero
movimiento al fin y al cabo que necesitamos para despertar, y así volver a
construir aquello que tanto bien nos hace<
Tal vez,
eso que nos hacía realmente felices, tenía un costo demasiado grande que nunca
supimos prever, tal vez siempre “nos procupamos”, y nunca nos “ocuparnos”, de
balancear los aspectos secundarios de lo que “la felicidad” implica, (como dice
en el libro “El Principito”)
Perder el
amor por lo que nos hace felices, no siempre es algo tan malo. A veces es
justamente lo que necesitamos para volver a valorarlo.
La sabiduría
popular nos dice eso mismo: “solo valoramos las cosas una vez que las perdemos”.
(La pérdida del amor hacia lo que considerábamos esencial, es el primer paso
para darnos cuenta de que sigue siendo necesario, solo que lo olvidamos.)
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