Tomar
riesgos, es algo necesario.
La cabra,
ese ser salvaje, no mide consecuencias, simplemente salta y si cae, se levanta.
¿Qué es lo
que está faltando?
A veces,
creemos saber como son las cosas, pero lo imaginado, de vez en cuando, dista
mucho de la realidad.
Es
necesario entonces, aprender a callar y de la mano de esto, aprender a escuchar
un poco mas las señales que son emitidas por nuestro entorno.
Tu
comportamiento, tiene repercusiones, que a veces son insospechadas. ¿Cómo nos
damos cuenta de eso? Por las reacciones propias de nuestro círculo cercano.
La
represión de nuestros impulsos, sean estos sexuales, emocionales, o de
pensamientos, va generando una inestabilidad en nuestro mundo interior, el que
cual puede colapsar en cualquier momento si es que no se le presta atención.
Por otra
parte, el concepto “egoísmo” debe ser aplicado, siempre con justa medida.
¿En que
sentido?
El tiempo
que le prestas al resto, debe ser igual o superior al tiempo que dedicas para
ti mismo.
Evitar
conflictos gratuitos, si es necesario quedar como “poco empático”, entonces que
así sea. No enganches con cosas que no tienen mayor relevancia en ti.
Acá lo que
importa ahora, es “mantener tu estabilidad y tu tranquilidad”, no jugar a ser
psicólogo, y si es que lo eres, como profesión, deja los conflictos de tus
pacientes, en la consulta.
CONSEJO:
Lo seguro,
nunca lo es tanto.
Sin
embargo, en la naturaleza de la cabra, está el atreverse a saltar.
Parte por
saltos pequeños, hasta que aprendas a caer y de paso a “controlar la frustración”.
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